
A los que me miran… les invito a creer en su mundo
No todos los que me miran pueden verme, ni siquiera los que me ven, a veces pueden mirarme. Hoy he salido con la flaca, cuando el aire frío cubría mi cara, secaba mis labios y el suave rodar rompía escarcha.
Es muy posible que con el casco, gafas de sol y tapado hasta la boca no me reconozca nadie, pero en carretera cuando me cruzo con otro ciclista, todos somos conocidos, ambos sentimos que nos debemos el mismo respeto, el mismo saludo, por compartir el mismo camino, quizás el mismo destino aunque llevemos direcciones distintas.7
«A los que me miran y aún no pueden verme, les invito a creer en su mundo.»
Por la simple razón de una pasión que une a los diferentes, enlaza a los distintos, protege a los más indefensos en las carreteras y aún así defendemos nuestro espacio que mide mucho más de 1,5 metros.
No todos los que me miran pueden verme, unas veces porque no me entienden, en otras ocasiones porque aún quedándose prendados por mi presencia, sólo miran, quietos, callados.
Es el momento de hablar conmigo, de tener discusiones intensas, de gruesos contenidos, de llevarme la contraria e incluso pedirle opinión a mi compañera, que me oye, que me susurra y se estremece.
Es el momento en el que libero pensamientos atrapados por el día a día, por el convencional ritmo de vida que no me representa.
Es el momento de oír el silencio, rodar solitario, del cambio de piñones perfecto y ordenado.
Puede que me adelante otro con mejor ritmo, que a su paso me pregunta si todo va bien, o en otras ocasiones soy yo el que adelanta a algún compañero, con menor ritmo, porque es posible que en ese momento tenga esa conversación a solas, con el mismo y tono elevado.
A los que me miran y aún no pueden verme, les invito a creer en su mundo.
A que aprecien el deporte más practicado por la comunidad deportiva de este país, por encima del 40 %.
A que se pregunten si alguna vez se propusieron ser el campeón de su mundo.
A los que me miran y siguen sin verme, les invito a salir un día en bici, a que el sol les hiele la cara y el frío les caliente sus ganas de disfrutar, cuando los demás te miren sin haberte visto…