
He mandado con retraso mi carta a los Reyes Magos y Magas, para que nadie se moleste y las Reinas también queden representadas, por si las moscas y moscos.
Normalmente todo el mundo pide que le traigan cosas, regalos deseados que con apremio valoran y aceptaría encantados en sus armarios cerrados con llave, estantes rebosantes de materialismo y cajones llenos de cosas que casi no se usan…
«Hagan el favor Majestades, de llevarse todo lo que no necesitamos!!!»
Este año no necesito bici nueva, la que tengo me gusta, no es de estreno pero ya me entiende y yo a ella, que también hay que decirlo. Zapatillas tengo un par que aún no tienen 500 km, en perfecto estado, cada km le sienta mejor y me hace sentir que nuestra armonía sigue en aumento. Tengo ropa deportiva que a veces no cabe en los cajones, la mayor parte muy nueva. Joder, me di cuenta haciendo este repaso de lo afortunado que soy, de lo mucho material que tengo y de lo poco que necesito con el paso del tiempo. Cada vez menos.
Entonces he decidido que en lugar de traerme, mejor es que se lleven, unas veces porque ya no lo quiero, no es necesario, o ya no echaré de menos y si lo echo, pues no importa, porque seguro hay quien lo necesite más que yo…
Me gustaría que se llevaran el periodismo deportivo que no nos representa y que ensucia el nombre del deporte, a quienes todos los días salimos a la calle, vamos al gym o nos quedamos encima de un rodillo en casa a hacer de una pasión nuestra actividad física favorita, del que no tienen la más remota idea y que además no se interesan por más que tengamos en nuestro país a unos cuantos campeones del mundo.
Me gustaría que se llevaran la incultura insultante de quienes nunca se ha leído un libro, pero identifican a un deportista como a un ignorante, sospechoso de analfabetismo grosero e intelecto distraído. Porque pensaron que ir en bici, salir a correr, o meterse en una piscina en pleno invierno, destruyó las neuronas suficientes como para dejarnos en ese estado en el que convive cierta población, quieta, observadora critica del deportista, “engordadores” por cuenta propia de tripas acostadas en un sillón.
Me gustaría que se llevasen también, la envidia corrosiva de los pasivos al vernos pasar, este ya se que es más difícil, pero me gustaría.
Sería necesario, que se llevasen a los conductores que confunden las carreteras por las que miles de ciclistas rodamos, en circuitos de carreras con su moral “tuneada”, en las que se ponen a tu rebufo y te adelantan rozándote los pedales. Los mismos que salen huyendo cuando ven a un ciclista machacarse en un arcén por no dejar el espacio suficiente de vergüenza, de vida…
Miren Majestades, si les queda espacio en las alforjas y sus camellos resisten el peso, pueden llevarse también a los imbéciles que critican el vestido de “la Pedroche”, runner y embajadora de las rutinas deportivas diarias porque tiene mejor culo que ellos o ellas, ya sabes, reparto de género por si las moscas y moscos. O porque pensaron, que una mujer con poca ropa a la que le queda genial cualquier cosa que se ponga, es sinónimo de “cuaquerismo”, sin tener en cuenta que su mensaje va mucho más allá que los ojos fúnebres, calenturientos y mente enferma, son capaces de reconocer, ver, intuir…