
Los besos y arrumacos desaparecen del podio de la Vuelta Ciclista a España. Toda una perdida visual, protagonizada por las hermosas hembras bellas del lugar.
La dirección de la vuelta, contraria hace meses a este tipo de iniciativas, cambia de discurso y se deja llevar por la corriente activa a favor de quienes quieren erradicar la presencia femenina en este tipo de actos, acusada con tenacidad de sexista y puramente machista.
A las hermosas hembras ahora las acompañan también, bellos muchachos bronceados para la ocasión, igual de bellos que ellas que no más, tenga cuidado con la interpretación.
Por lo que en el acto donde se suprime el beso, las modelos de imagen, le entregan el malliot o premio a sus compañeros modelos, para que estos, si entreguen a la autoridad incompetente de turno el paquete y este a su vez, se lo extienda al ganador o ciclista premiado de la etapa. Todo un avance de gilipollez, digno de ser como mínimo patentado. Es importante resaltar que tan deslumbrante idea no debería quedar sin registro para la universalidad de la desfachatez humana.
Por lo que ya no tenemos a las dos chicas guapas del pueblo encima del podio, sino que además tenemos a dos chicos más, igual de bellos y esbeltos que las anteriores, para igualar el asunto y que todos queden conformes con el reparto de tareas.
Me pregunto si en las carreras femeninas, hubo o hay modelos masculinos. Es posible que también sean chicas las que hacen las veces de modelos, pero en estos casos la polémica será menor, porque no habrá manera de relacionar la figura masculina con esta polémica.
Me pregunto también, si el premio de ser guapa o guapo, es el de representar a tu especie como ser humano modélico, como si la belleza exterior fuese un premio insuperable para quienes 10 minutos antes han estado encima de una bici 5 o 6 horas a 190 pulsaciones por minuto.
O mucho mejor aún, que exponer la belleza humana sea del sexo que sea, como herramienta elegante para la entrega de premios a deportistas mucho más preparados en la mayoría de los casos, a cualquiera de estas criaturas, bellas por naturaleza, sea el acompañamiento perfecto de un premio o reconocimiento.
Ya lo dijo El Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”.
Por si alguien quiere leérselo.